Si. Me han gritado “gorda” en la calle.
Si. Me roza el interior de los muslos cuando uso vestido y pollera.
Si. Mi autoestima se ha visto muy deteriorada con la presión de los ojos de la sociedad sobre mí.
Pero acá estoy, intentando ayudar con mi emprendimiento a que otras mujeres con kilos “de más” como yo, puedan sentirse bellas y seguras de sí mismas.
Decidí empezar este blog en base a mi historia personal, como mujer y como usuaria de talles grandes.
Ha sido muy frustrante a través de los años entrar a tiendas de lencería que rezaban en los carteles “tenemos talles grandes” y luego, una vez dentro, chocarme con la realidad. Los talles grandes eran muy pocos, todos beiges, blancos o negros. En la mayoría de los casos terminaban ofreciéndome corpiños reductores o lo que es peor, de amamantar. Pero yo no estaba amamantando y no quería reducir lo que tengo, quería mostrarlo con mucho orgullo.
No voy a mentir, no siempre fui talle grande. Esto empezó como respuesta a una forma de vida violenta que me tocó transitar, seguramente, a muchas de nosotras nos pasó lo mismo. Y la comida fue la forma de canalizar la situación. Otras quizás, lo han sido toda la vida. De cualquier forma, somos mujeres, hermosas, brillantes, valientes, mujeres de talle grande que siempre miramos hacia delante y no nos damos por vencidas, porque nuestra figura no define lo que somos como personas. Siento como si las conociera a todas y cada una de ustedes, como si pudiera sentir sus almas, y créanme, más allá de lo que nos haya tocado pasar, me doy cuenta que somos personas amables, maravillosas, compasivas y empáticas. No perdamos nunca esa esencia.
Con amor.
Silvia